En pleno Desierto de Atacama, a 65 km. al sur de Iquique, se encuentra la Estación de Investigaciones Desérticas UC, donde se realiza investigación de punta en distintas áreas. Su ubicación es privilegiada, ya que aquí ocurre un fenómeno único en Chile: un “oasis de niebla”, resultado de una densa capa de nubes o «camanchaca» que se forma en el mar, asciende y entra en el territorio; allí los atrapanieblas captan las gotas en una malla raschel, produciendo cientos de litros y dotando de agua al lugar.

«Podemos ser un aporte en temas de recursos naturales, agua, energía, entre otros; poder interrelacionar el trabajo de distintas facultades es muy importante. Debemos trabajar para dar nuevas y mejores respuestas a las demandas de nuestro país y de esta región en particular”, expresó el rector Ignacio Sánchez durante la visita en terreno.

Junto a él lo acompañaron los decanos de Historia, Geografía y Ciencia Política Patricio Bernedo, Juan Correa de Ciencias Biológicas y Rodrigo Figueroa de Agronomía e Ingeniería Forestal; el vicedecano de Ingeniería Juan Carlos Ferrer; los directores de Geografía Federico Arenas y Rodrigo Mardones de Ciencia Política; la subdirectora de Historia Ximena Illanes; el profesor de Geografía Pablo Osses; y los geógrafos Nicolás Zanetta y Javiera Machuca.

En la concesión de 1.114 hectáreas, que la UC mantiene desde 2007, se están desarrollando estudios pioneros en distintas áreas. Por un lado, se busca lograr que el sitio sea completamente autosustentable en términos de producción de agua y energía, modelo que se podría replicar a futuro en las comunidades locales. Es por esto que se cuenta con instrumental especializado en medición de radiación solar y otras variables, como temperatura y humedad, gracias a una asociación entre la Facultad de Ingeniería y el Centro Fraunhofer de Tecnologías Solares. A esto se suma la medición de neblina de más larga data e ininterrumpida de Chile.

“Un componente fundamental aquí es el agua y la energía, elementos escasos en el norte, por lo tanto esas son nuestras dos líneas principales de trabajo, de manera de poder hacer una transferencia de ese conocimiento a las comunidades cercanas”, afirma el profesor del Instituto de Geografía Pablo Osses, a cargo de la Estación.

También se están realizando estudios en ecología que indagan en el impacto que ha generado el ser humano en el desierto, en aspectos hasta ahora desconocidos como las costras biológicas -formadas por microorganismos que cubren el suelo- y la implementación de planes de manejo para la zona, así como el desarrollo de una arquitectura respetuosa de ecosistemas frágiles. “A pesar que pareciera que el desierto carece de vida, en realidad cuando uno se acerca u observa los lugares donde se ha captado agua de niebla, uno se da cuenta que la diversidad vegetal es enorme, también de insectos e incluso vertebrados”, afirmó Juan Correa de Ciencias Biológicas. “Presenta un desafío respecto a otras zonas áridas, porque cuando uno tiene agua, comienza a proyectar varias cosas interesantes; además aquí se encuentran especies únicas que hay que preservar”, añade el decano de Agronomía.

Por su parte, el decano de Historia, Geografía y Ciencia Política destacó la labor que se está realizando en este centro en las diversas áreas, así como también los avances en infraestructura e instrumental, en un lugar con condiciones extremas. “Nuestra labor como Facultad es servir de articuladores para realizar y profundizar el trabajo interdisciplinario entre las distintas unidades”. Como agrega el vicedecano de Ingeniería, “también podemos ayudar a articular soluciones en temas como el manejo de desastres naturales, energía solar o cómo transportar el agua que se genera con los atrapanieblas”. Es que precisamente, una de las mayores riquezas de esta estación es el poder contribuir, desde una mirada amplia, a dar respuesta a los grandes problemas de Chile y la región.