El profesor del Instituto de Geografía de la UC explica el último aluvión en Tocopilla, las marejadas de la costa centro norte y proyecta algunas soluciones para aplacar fenómenos de la naturaleza que son cada vez más frecuentes.

Publicado 13.08.2015

Por Nicolás González S.

Mientras los pobladores de Tocopilla trabajan arduamente por levantar su ciudad, devastada por el aluvión del último fin de semana, los expertos analizan detalladamente este fenómeno climático anormal, pero cuyas consecuencias pudieron haberse mitigado.“Un pronóstico de estas características llamaba a tomar precauciones”, señala el geógrafo de la Universidad Católica Pablo Osses.

En esta entrevista, el profesor del Instituto de Geografía de la UC se refiere además a las marejadas que azotaron a la costa centro norte del país, que califica como inusuales pero no anormales: “los chilenos debemos prepararnos más para vivir situaciones climáticas de este tipo”, advierte.

– ¿Qué fue lo que pasó en Tocopilla?

– Dado el volumen de precipitaciones, que fue de 30 milímetros en unas pocas horas, se produjeron aluviones en quebradas pequeñas que antes no habían sido consideradas como riesgosas.

 – Pese a que se advirtió esa cantidad de precipitaciones, el alcalde de Tocopilla señaló que no se podía proyectar un alud de estas características ¿es así?

– Hay que tener cuidado en este tema, ya que incluso el plan de desarrollo comunal de la ciudad señala que las poblaciones Tres Marías, Pacífico Norte, 5 de Octubrey otras de las afectadas, se encuentran en zonas de riesgo aluvional. Por lo tanto, para un territorio que no llueve prácticamente nada, un pronóstico de 15 milímetros de precipitaciones o superior, llamaba a tomar precauciones en aquellas zonas que el mismo municipio había identificado como peligrosas. Todas estas poblaciones están ubicadas en zonas de riesgo de aludes, así lo señala el instrumento comunal vigente, con nombre y apellido. El problema fundamental es sobre quiénes están cayendo los costos de esta ausencia de regulación territorial, que de acuerdo a lo observado en Chile, muchas veces son los más pobres, quienes no eligen dónde vivir, sino que viven donde pueden, que suele coincidir con aquellos terrenos de menor valor comercial. Y es ahí donde se ubica la mayor cantidad de viviendas sociales o subsidiadas. Lo vemos en las inundaciones, en los aluviones, los incendios, los maremotos, etc. Entonces, si queremos vivir en un país factible en el largo plazo, tenemos que empezar a pensar desde ya en que hay zonas que no se deberían ocupar o bien que solo estén restringidas a determinados usos, independiente de la rentabilidad a corto plazo del proyecto o de los votos políticos que acarrea un determinado corte de cinta.

– Si ocurre otra lluvia de similares características, ¿qué se puede hacer para evitar o contener este tipo de catástrofes?

– Se puede volver a invertir los tres mil 200 millones de pesos que ya se habían gastado en piscinas aluvionales, las que sin duda ayudaron de sobremanera a evitar daños mayores. Construyendo más piscinas o muros de contención en aquellas zonas que quedaron en evidencia en este evento, se podría contener una situación similar.

– La solución ¿además tiene que ver con dejar de construir en zonas de riesgo?

– Esta es otra parte de la solución, pero que es difícil de implementar. Desde el momento en que gran parte del suelo en Chile es propiedad privada, tendría que ser el Estado el que compre las tierras y restringa su uso, pero frente a ese panorama es más barato invertir en infraestructura de mitigación. Pero existen otros caminos para evitar seguir avanzando sobre los peligrosos cerros de la zona norte, como por ejemplo, construir viviendas en altura y zonificar para distintos usos. Esto último significa que para un mismo lugar uno puede decir que ahí solo pueden realizarse actividades deportivas, o industriales, sin actividad residencial.

– Las intensas marejadas que ocurrieron el fin de semana ¿son anormales?

– Las marejadas no son anormales, son inusuales. No ocurren frecuentemente, pero son claramente el resultado de la enorme velocidad del viento que se presentó junto al sistema frontal.

– ¿Se puede esperar sistemas frontales similares a corto plazo?

– Todos los modelos climáticos de mediano y largo plazo señalan que van a ser más frecuentes los eventos climáticos extremos de lluvia, de temperatura, de vientos, como el que acabamos de experimentar en el país, por lo tanto es razonable pensar que debemos prepararnos más para vivir situaciones climáticas de este tipo, por sobre la consideración de los promedios solamente.

– ¿Están cambiando los fenómenos climáticos en el sentido que ya no se puede hablar de eventos que ocurren cada 50 años?

– La temperatura promedio del planeta ha aumentado cerca de dos grados en los últimos 100 años, lo que lleva hacia un ajuste en el comportamiento climático que conocemos hasta el momento. En este marco, lo que señalan los modelos matemáticos que buscan  predecir cómo será el comportamiento del clima hacia el futuro, es que los eventos meteorológicos serán cada vez más extremos, es decir, sequías muy fuertes y lluvias de gran intensidad, en pocos eventos anuales.

– Y en Chile ¿deberíamos esperar que estos eventos sean más frecuentes?

– Depende dónde, pero para Chile central, se esperan menos sistemas frontales, pero más intensos cada uno de ellos, con veranos más cálidos. En el norte vamos a ver situaciones de precipitaciones de vez en cuando y el sur va a ir transitando lento a una condición más parecida a la de la zona central.

– A la luz de lo sucedido sobre todo en la región de Valparaíso ¿cómo se puede mitigar las consecuencias de futuras marejadas?

– Los efectos de las marejadas son muy importantes ya que indican de manera muy práctica las zonas que están actualmente en riesgo y aquellas que son frágiles. En este contexto lo que se puede proponer es reforzar los sectores más dañados de la costa, con tetrapodos u otro elemento de infraestructura y también re pensar cómo y qué vamos a construir en las zonas inundadas. No quiero pensar siquiera en la ocurrencia de un maremoto o tsunami, que sin dudas tendremos dentro de los próximos 30 años en la zona central del país.

– En la región de Valparaíso vimos muchos restaurantes, edificios, hoteles, con daños ¿debería cambiar la normativa para impedir la construcción de este tipo de edificaciones tan cerca del mar?

– En general este tipo de infraestructura no es crítica, por lo tanto más que restringir su presencia, se debería regular sus características. Por ejemplo un hotel  no debería tener dormitorios en los dos o tres primeros pisos. Este tipo de edificaciones son seguras desde la perspectiva de su estructura, pero es muy probable que cada tres años sufran daños como los observados en sus primeros niveles el fin de semana.

– En general, ¿cuáles son las lecciones que se pueden sacar luego de lo vivido el fin de semana?

– Que no estamos ocupando el territorio que corresponde, que nuestras ciudades han crecido de manera irresponsable, solo guiadas por la rentabilidad y no por criterios de sustentabilidad social o de largo plazo, una nula experiencia como país en estos temas de riesgo meteorológicos y la ausencia total de una planificación territorial que sea efectiva, útil y realista.

FOTO: MAGALY VISEDO S. / AGENCIAUNO

Ver noticia original acá