Héctor Orellana, doctorando CDA y Geografía UC, se refiere a la entrevista al Dr. Calogero Santoro, donde señala que: “Hace 17 mil años -tras la última Era del Hielo-, una densa capa de bosques pobló el desierto de Atacama, el territorio más árido del planeta”.

 

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“De acuerdo con lo señalado recientemente por el Dr. Calogero Santoro, en el pasado había bosques en el Desierto de Atacama, en sectores como Pampa del Tamarugal, en donde era factible observar especies como Prosopis Tamarugo, Escallonia angustifolia, Schinus molle y Equisetum arvense, taxas que es normal encontrar en ambientes de mayor humedad y donde existe flujo permanente o semipermanente de agua.

Estas condiciones que vivió el Desierto de Atacama entre los 17.000 a 12.000 años aproximadamente, se debieron a un aumento de la precipitación de verano en la precordillera de los Andes, producto de los vientos del este, en lo que hoy comúnmente denominamos “invierno boliviano”. Este aumento de la precipitación fue tal, que en dicho periodo llovía más de lo que cae en Santiago en un año, llegando a estimaciones de más de 400 mm anuales, lo cual propició el aumento de los niveles de agua subterránea, un aumento de escorrentía y por ende la activación de quebradas que hoy en día están inactivas.

Dichos cambios en las condiciones ambientales fueron vitales para la creación de un ecosistema de bosque, en donde hubo un ambiente idóneo para las ocupaciones humanas en el Pleistoceno Superior, así como también, para la existencia de grandes mamíferos, como lo sugieren los restos de megaterio encontrados por Casamiquela en el año 1969 y los restos de megafauna hallados actualmente en la zona.

Todo este gran ecosistema, es uno de los temas que busco comprender, para aproximarme a un mejor entendimiento de la variabilidad climática en el norte de Chile, durante la transición Pleistoceno-Holoceno”.

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Héctor Orellana, doctorando, Instituto de Geografía UC y Centro del Desierto de Atacama